Bueno, ahora les dejo el primero capítulo acá ya que esta historia esta siendo editada por Erica Castelo y ahora está mucho mejor :)
Summary: Una fiesta de año nuevo, una nueva vida, un encuentro inesperado y muchísimos secretos. ¿Qué le depara ahora la vida a la recién egresada Bella Swan? ADVERTENCIA, contiene material para mayores de edad.
- No, así no es.
A través del espejo vi a mi mejor amiga, Anna poner sus
manos sobre mi corbatín y acomodarlo tan rápido que ni siquiera puede ver lo
que hacía. Suspiré frustrada arrepintiéndome una vez más de eso.
- No – me apuntó con su dedo índice mirándome por el espejo
–, no te atrevas a arrepentirte. Ya me dijiste que irías y yo me comprometí con
mi jefe.
- Iré – me rendí –, es solo que…
Volví a observar mi reflejo y no me gustaba para nada,
parecía hombre con este traje. Anna vio mi ceño fruncido y me giró para poder
quedar frente a mí – Bella, es solo una noche en la que ganaremos mínimo cien dólares
cada una. ¡Y sin contar las propinas!
- ¡Pero es año nuevo! – medio sollocé.
No me sobra el dinero pero gracias al esfuerzo de mis padres
nunca tuve que buscar un trabajo de medio tiempo así que entrar al campo
laborar definitivamente era un tema para mí que me asustaba más que a cualquier
persona. No me sentía para nada preparada, los cuatro años que pasé estudiando
se me habían esfumado y creía de corazón que no era para esto, por eso era que
Anna pensaba que me harían bien una vacaciones ya que le estaba dando demasiado
vueltas a este asunto.
¡Vamos!, si solo es trabajo.
En fin, hoy era 31 de Diciembre y con mi amiga nos la íbamos
a pasar sirviéndole copas a la élite de Seattle para después quedarnos con una
buena botella de ron que acabaríamos en la comodidad de mi departamento.
- ¿Llamaste a tus papás? – me encogí de hombros porque no sabía
que decir. A ellos no les interesaba mucho hablar conmigo y ya me había
acostumbrado a eso – Bells…
- ¿Llamaste a tu mamá? – le cambié el tema consiguiéndolo
enseguida.
Su sonrisa creció comenzando a hablar – Está bien, dijo que
llegaba mañana y que nos traía un regalo lindo como compensación por dejarnos
botadas – negó seguramente por las palabras de su madre.
Cuando conocí a Anna vivía solo con su madre, Rosalie, pero
en cuestión de meses ella conoció a Demetri, un muy buen hombre que supo
ganarse su lastimado corazón. Ninguna de nosotras sabía con exactitud que pasó
su vida, de hecho, mi amiga ni siquiera conocía a su padre, pero si a ella le
bastaba con la maravillosa madre que le tocó, a mí solo me quedaba sumarme a
ello ya que en mi vida había conocía una mujer con más cariño maternal que Rosalie.
Desde que me mudé a Seattle y aparecí en la vida de Anna siempre pasé las fiestas con ellas,
volver a casa no era una opción para mí y Rosalie ni siquiera me permitió
replicar cuando me incluyó en el primer festivo familiar. Así era ella y lo agradecía
profundamente porque ahora, por lo menos, no estaba tan sola.
- Bien – miré el reloj que estaba en mi mesita de noche y
quise llorar cuando vi que ya eran las 7 de la tarde, teníamos que estar en el
hotel a las 8 así que estábamos con el tiempo justo –, pero será mejor que nos
vayamos si no queremos llegar tarde.
Anna sonrió dándome la razón y tomando sus cosas, aún no sé
porque usaba bolsos tan grandes – Sí,
porque a los que llegan temprano los dejan elegir primero lo que se quieren
llevar.
- Supongo que por eso llevas una maleta.
Alzó sus cejas varias veces arrancándome una sonrisa. Cada
vez que Anna hacia de mesera llegaba con tantas botellas que a penas y las
podíamos beber todas, sé que no llevaba el bolso por eso pero me gustaba
molestarla.
Nos fuimos en taxi hasta el Fairmont Olympic Hotel ya que era imposible encontrar
estacionamiento en el centro, todo estaba atiborrado de gente y como empleados
no nos dejaban usar los estacionamientos del hotel, así que taxi tendría que
ser. Mi departamento estaba bastante cerca ya que mi papá me había rentado uno
en el barrio universitario así que un par de minutos, que se alargaron por el tráfico,
estuvimos entrando por la puerta de servicio.
Cuando llegamos había poca gente por lo que con Anna encontramos
un buen casillero en donde dejamos nuestras cosas, pero por supuesto que el
bolso de mi amiga ocupó casi todo el lugar. Lamentablemente, en cosa de minutos
la cocina se llenó de camareros, ayudantes, algunos chefs y no se cuánta gente más. Con rapidez nos
dieron las instrucciones y nos pusimos a trabajar, conocía lo básico sobre ser
camarera y parecía ser que no estaba tan equivocada. La cena sería en uno de
sus restaurantes que tenía salida a la piscina, en donde iban a lanzar unos
cuentos fuegos artificiales a las 12 en punto, además, el salón conectaba con
el bar. No sé si para bien o para mal pero la comida sería un buffet, no
atendería a nadie directamente pero si tenía que estar al pendiente de recoger
cualquier elemento utilizado y reemplazarlo por uno limpio.
- ¿Lista?
Anna me miró con su bandeja tomada magistralmente solo con una mano. Yo llevaba la mía con las dos manos. Le asentí y respiré antes de que nos dieran la orden de entrar al salón.
Como lo supuse, el lugar estaba llenísimo de gente que solo
me miraba para sacar champaña de mi bandeja, ni siquiera las gracias recibía,
pero no sacaba nada con amargarme porque esto era así. Después de una hora de
lo mismo solo quería irme, los pies me dolían y no había parado, Anna por su
parte se veía muchísimo mejor, ¡pero ella estaba acostumbrada!
- Cambia la cara – salté del susto cuando sentí la voz de mi
amiga. Ella solo pasó por mi lado riéndose y volviendo a su trabajo.
- Odio este trabajo – murmuré entre dientes antes de
despegar mi espalda del pilar en donde me había apoyado
- Pues entonces no debió haber aceptado – me congelé en mi lugar porque
esa no era la voz de mi mejor amiga. Con cuidado me giré para encontrarme con
un hombre de mediana edad que me miraba serio –, si no le gusta trabajar…
- Yo… lo siento – sé que me sonrojé porque sentí el calor en
mis mejillas. No era de quedarme sin palabras pero no sabía que decir ahora –,
solo estaba cansada, ahora mismo…
Di un paso hacia atrás pero ahora me detuvo su risa –
Tranquila jovencita, se nota que es… ¿Su primer trabajo? – asentí – bueno, la
verdad es que yo también trabajé de camarero para pagarme los estudios y lo
odiaba tanto como usted – le dio un sorbo a su bebida dejando el vaso vacío –,
pero al final valió la pena – estiró sus brazos mostrando el lugar, cosa que me
dio una idea de lo bien que le había ido.
- Yo no trabajo para pagarme los estudios – me encogí de
hombros mucho más relajada – ya los terminé, este es un trabajo para mis
merecidas vacaciones – no me dio nada de pena decirlo en voz alta porque me había
roto el culo por cuatro años estudiando y me merecía un buen descanso.
- Pero… ¿Cuántos años tienes? – el hombre dejó el vaso que tenía
en sus manos encima de una mesa cercana –, no pareces tan mayor.
- Tengo veintitrés.
La expresión del hombre era la misma de todos, apuesto a que
pensó que a penas tendría dieciocho años. Bueno, gracias a los genes por eso.
- ¿Y qué estudiaste…?
- Bella – le extendí la mano después de hacer malabares con
la bandeja –, y estudié Publicidad, además hice una mención en Relaciones
Publicas.
El orgullo en mi voz se podía sentir desde aquí hasta la
China - Bella, – repitió mi nombre lentamente – bueno Bella, yo soy Eleazar y…
¿Has escuchado hablar de ColorArt?
- Sí – fui cautelosa aunque supuse por donde iba.
- Bien – desde su chaqueta sacó una tarjeta y me la dio –,
si después de tus vacaciones te interesa trabajar solo llámame y acordamos una
entrevista.
Miré la tarjeta de mala gana, este tipo era el Director de
ColorArt - ¿Por qué? – después de estudiarla a cabalidad volví a mirarlo.
- ¿Por qué no? – se encogió de hombros – me recuerdas mucho
a mí y me gusta darle oportunidades a los recién egresados, creo que tienen las
mejores ideas y que son geniales para una compañía cuando se les da la
oportunidad. Así que – apuntó la tarjeta en mi mano – llámame cuando pasen tus vacaciones.
Con esto, Eleazar se dio media vuelta y desapareció entre la
gente.
- Eso fue raro.
Lo fue, aun así guardé la tarjeta en el bolsillo trasero de
mi pantalón. Sin esperar más tiempo me fui a la cocina a dejar las copas vacías
y a buscar unas nuevas, estas copas desaparecieron en nada, ya eran las 10.30 y
la cena se estaba sirviendo desde hacía media hora por lo que por lo menos la
mitad de los invitados tenía una buena cantidad de alcohol en la sangre. “Mejor” pensé para mí, mientras antes
terminaran todos borrachos antes terminaría la fiesta y volveríamos pronto a
casa. En la próxima hora a penas y crucé miradas con mi amiga, el trabajo fuerte
había llegado y casi tenía que correr a dejar platos y copas usados para volver
por más. Eso sí, llevaba una buena
cantidad de propinas de algunos ricos que no sabían qué hacer con su dinero que
aunque el alcohol fuera gratis pagaban porque se los llevara hacia donde ellos estaban.
- Estoy muerta – estaba sentada en un banco de la cocina
disfrutando de mis 15 minutos de descanso. Anna se veía igual de cansada que yo
– pero por lo menos llevo unas buenas propinas – palmeó sus bolsillos y estaban
llenitos.
- Ya falta menos – apoyé mi cabeza en su hombro y traté el
máximo de no cerrar los ojos porque sabía que si lo hacía me quedaría dormida.
- Te vi hablando con alguien – murmuró Anna.
- Si, era un tipo simpático, me dio su tarjeta y me dijo que
podía conseguirme trabajo.
Anna se separó de mí y me dio esa mirada que me hizo rodar los ojos - ¡¿QUE?! – se defendió – yo
solo digo que no te haría mal echarte un buen polvo amiga.
- No ando buscando sexo sin sentido.
- Solo lo hiciste una vez hace unos tres años… esto no se
llama sexo sin sentido, se llama necesidad física de que no se te caiga el
clítoris.
Rodé los ojos sin decirle nada porque no tenía caso – No es
así… además fue hace dos años – le mostré dos dedos.
- Eres virgen de nuevo – afirmó. Siempre salía con lo mismo
- ¡No me mires así! Lo leí y es verdad, después de un año sin sexo vuelves a
ser virgen.
- Eso lo leíste en no sé dónde, una fuente totalmente poco
confiable.
- Igual – se encogió de hombros – me preocupa que no quieras
estar con nadie.
- Nadie quiere estar conmigo tampoco – murmuré juntando mis
manos y apoyando mi barbilla en ellas –, pero ahora todo es distinto y necesito
concentrarme en lo que viene. Quizás en Brasil me decida – le guiñé un ojo que
la hizo sonreír feliz.
- ¡Así me gusta amiga! – subió su mano así que se la choqué.
Ahora tenía más ánimo y lo agradecía porque mi descanso
había terminado. Nos íbamos parando de
nuestro lugar cuando apareció nuestro jefe con el peor rostro posible.
- Lo siento chicas, pero necesito que una de ustedes vaya a
buscar unas cajas de cotillón a la bodega del segundo piso, no son muchas pero
quiero tenerlas listas para cuando den las 12.
- Bien, Ben. No te preocupes – el jefe se fue y Anna se volteó
hacia mi – si quieres voy yo.
- No – negué –, ya he sacado suficiente la vuelta por esta
noche así que lo mínimo que puedo hacer es ir por las cajas.
- ¿Segura? – rodé los ojos.
- Segura.
- Bien, pero apúrate que quiero que seas mi segundo abrazo
de esta noche.
Cada año nuevo, Anna se preocupaba de darle el primer abrazo
a un hombre para asegurarse de que no estaría sola por mucho tiempo, hasta
ahora le ha funcionado.
La bodega estaba un poco retirada de la cocina, no sé, este
hotel era enorme y tenían tanto espacio sin ocupar que creo que tardé más de lo
necesario en encontrarla, ya llevaba dos bodegas equivocadas, cuando una puerta
que no tenía mucho la pinta de ser bodega se me cruzó en el camino. ¿Había girado
hacia la derecha, no? ¿O lo hice hacia la izquierda? ¡Mierda! me había vuelto a
perder. Miré hacia mí alrededor y la puerta doble era lo único que veía así que
no me quedó otra que entrar, en una de esas este lujoso hotel tenía puertas
bonitas hasta para la bodega.
Abrí e inmediatamente
me di cuenta de que me había equivocado, esto era una sala lujosa de no sé qué
mierda. Miré a mi alrededor esperando encontrarme con alguien pero no había
nadie, solo me topé con un hermoso reloj que pared que se burlaba de mí marcando
las 11:48. A veces era muy impulsiva y esta era una de esas veces, azoté la
puerta con tanta fuerza que me encogí por el ruido que hizo, bueno, por lo
menos eso me sirvió para descargar un poco de mi frustración, respiré dos veces
más y sonreí para darme ánimos antes de abrir la puerta.
Una, dos, tres veces y nada, ¡La puta puerta no abría!
Volví a sonreír pero ahora con algo de histeria, esto no podía
ser, no, no podía estarme pasando esto. Nuevamente mi lado impulsivo salió y di
un grito cargado de rabia al aire.
- ¡CARÍSIMA PUERTA DE MIERDA! – le di una patada que solo me
dolió a mí.
Sollocé con los labios apretado porque el pie me dolía un
poco más de lo esperado.
- No deberías pelearte con alguien más grande que tú.
Me volteé, por ¿tercera vez en la noche? Ya no lo sé. Bueno,
me giré hacia la voz que me hablaba y lo que me encontré hizo que me olvidara
del dolor
Un hombre de unos 30 años estaba parado frente a mí, se veía
cansado y ojeroso, pero no por eso menos guapo porque la verdad es que era
bastante guapo, sus ojos verdes eran un toque perfecto para su rostro.
- Yo… - ¿Qué decía ahora?
El negó y rio avanzando hacia mí – Supongo que tampoco ha
sido una buena noche para ti… soy Edward, por cierto.
Miré su mano unos segundos antes de tomarla – Bella – la
sacudí mejorando un poco mi ánimo de mierda –. Y tienes razón, no ha sido para
nada una buena noche.
- Pero podría mejorar – el tipo este me dio un vaso que a
leguas se notaba que era alcohol. Vi el reloj de pared y ya marcaba las 11.52
¡Mierda!
- Eso espero – tomé el vaso y bebí el contenido sin siquiera
saborearlo. Solo reaccioné cuando el calor pasó de largo por mi garganta.
Escuché su risa resonando en mis oídos, reí junto a él – Con
calma, Bella.
- ¿Cómo era tu nombre?
Extendí mi vaso hacia él cuando lo vi con la botella en la
mano – Edward – lo llenó ahora con menos liquido.
- Gracias.
Volví a beberlo de golpe, esta vez quemó menos, eso sí.
Ignorando a Edward traté de abrir la puerta pero era imposible así que como no podía
salir me dejé caer en un sofá de esos de madera y cuero que tienen un estilo un
tanto antiguo, no sé como mierda se llamaban pero eran putamente cómodos, sé
que el alcohol se me estaba subiendo. ¡Oh mierda! no había comido desde antes
de salir de casa así que mi estómago vacío estaba siendo un perfecto
catalizador alcoholizante.
- Te ves mal.
Miré por tercera vez el reloj – Son las 11.58 y estoy
encerrada, mi jefe me va a matar y me voy a perder los fuegos artificiales – la
verdad es que solo me importaba lo último.
- Bueno, por lo menos no estás sola – el hombre se sentó a
mi lado y yo lo vi con ojos entrecerrados, sí que era guapo -. ¿Qué?
- Me siento un poquito borracha.
Rio. Tenía una linda sonrisa - ¿Ya? ¿Tan rápido? – miró su
vaso y lo vació dejándolo en la mesita
- Creo que yo también, aunque llevo más que tú.
- ¿Eres un invitado a la fiesta?
- Sí – murmuró – pero las odio, mi jefe obliga a que todos a
que vengan pero a mí no me gusta, yo… - me vio y negó – solo me gustaría no
tener que pasar el año nuevo entre tanto hombre de “poder” – dibujó las comillas en el aire sacándome una risa
histérica y sin sentido.
- A mí no me gusta trabajar pero me merezco unas buenas
vacaciones – el sofá era tan cómodo que mis ojos se comenzaron a cerrar.
- ¡Ven!
Abrí los ojos del golpe cuando Edward me tomó de la mano y
me arrastró hacia la habitación - ¿Qué mierda haces? No te conozco y no sé qué
idea pervertida tienes en la…
El tipo para paró en frente de una ventana que dejaba una
buena visión de Seattle, estábamos solo en el segundo piso pero la vista era
hermosa. El primer fuego artificial reventó en el cielo acompañado de un
ensordecedor ruido, toda la ciudad celebraba y yo era una chica de veintitrés
años, recién egresada, con una prometedora vida por delante y que nunca había
hecho una locura, solo me tomó un segundo saber que quería hacer.
- Feliz año nuevo, Edward
- Feliz…
El resto de sus palabras me las tragué, literalmente, al
aplastar mis labios sobre los suyos. Mi primera vez fue con un novio que tuve
por dos años, Alec, era lindo y se preocupaba por mí pero después de hacerlo
nos dimos cuenta que no había pasión, que si terminábamos ahí podríamos seguir
siendo amigos y que encontraríamos la verdadera pasión. Bueno, de eso ya hace
tres años y yo no había vuelto siquiera a dar un beso durante ese tiempo, oh
no, creo que lo hice en una fiesta hace más de un año pero solo fue una tontera
que no duró más de un par de segundo. En cambio ahora…
… Ahora era otra cosa. Los labios de Edward se movían
magistralmente sobre los míos, se notaba que era un hombre con experiencia y
que sabía lo que estaba haciendo con exactitud.
Las manos de él se pasearon con libertad por mi cuerpo el
que se entregó sin miramientos, creo que era por el alcohol pero también creo
que era por la forma en que se sentía su piel sobre la mía. Me removí encima de
él tocando su erección y sobándola, estaba claro lo que ambos queríamos y por
lo menos yo no pensaba arrepentirme.
- ¿Segura?
Me gustó que me preguntara eso antes de sacarme la ropa.
Pero cuando asentí no se detuvo hasta dejarme completamente desnuda. Sus manos
seguían recorriendo mi cuerpo pero yo también quería más, así que hice acopio
de mi mayor coordinación de la parte de mi cerebro que aún funcionaba con lucidez
para desvestirlo. Ahora estábamos los dos tendidos en el sofá grande sin
ninguna prenda de por medio.
- Hace calor – no sé porque lo dije pero Edward sonrió tan
putamente sexy que sentí mi intimidad rogarme por contacto.
- Entonces tenemos que hacer algo al respecto – su cuerpo se
separó del mío dejándome indefensa, quise ver que hacia pero estuvo de vuelta
en seguida –. Esto ayudará.
Solo sentí el frio del hielo pasar por mi pecho consiguiendo
que me arqueara de una forma que no sabía que podía. Era una sensación
fabulosa, el frio pasando por mi cuerpo caliente solo me estaba encendiendo al límite.
Sí, definitivamente este hombre sabía lo que hacía.
- Solo relájate
Cerré los ojos dejándome hacer pero jamás pensé en sentir el
pequeño trozo de hielo que quedaba pasearse por mi intimidad, inmediatamente gemí
y me arqueé revolviéndome en el sofá. Mi orgasmo estaba cerca y nadie podía culparme
por durar tan poco cuando me estaban haciendo algo como esto.
Edward disfrutó de mis sonidos, lo supe porque lo sentí
gruñir cuando probó mis líquidos, él estaba más que listo y era justo
recompensarlo. Quise ponerme sobre él pero negó a penas me levanté.
- No… yo solo… necesito estar adentro.
- Bien.
Asentí y tomé el condón que me extendía, nunca había puesto
uno pero sabía cómo hacerlo. Gracias a internet por enseñarme bien y no dejarme
fallar en un momento como este.
A penas estuvo con el condón puesto me alzó por las caderas
dejándome caer perfectamente sobre él. No sé cuánto tiempo pasó solo sé que lo
cabalgué como si la vida se me fuera en ello, rápido, lento, rápido, lento, no
importaba, si mi cuerpo me pedía ir más rápido lo hacía, si sus manos me daban
una pequeña palmada también. Por un momento me concentré tanto en mi placer que
pensé que Edward no estaba disfrutando pero salí de mi error en cuanto abrí los
ojos y lo vi entusiasmado alzando sus caderas para enterrarse más profundamente.
- Oh, Edward… eso… dame ahí… justo ahí.
Una de mis piernas pasó por no sé donde mierda, solo sé que
mi compañero de aventuras había encontrado una posición que nos dejaba mucho más
expuestos.
- No… quiero follarte desde atrás.
Ni siquiera contesté. Solo me revolví lo suficiente para
tomar la posición que Edward me estaba pidiendo. Me afirmé como pude en el sofá
y alcé mi trasero lo más que pude. Lo primero que recibí fue una nalgada
malditamente caliente que terminó excitando aún más mi intimidad.
- Parece que te gusta… chica traviesa – volvió a hacerlo y
yo volví a gemir.
- Sí… pero Edward… necesito… te necesito adentro.
- ¿Qué tan adentro?
- Muy adentro… quiero que me folles con fuerza, con rabia,
duro y rápido.
- ¿Así? – iba a contestar pero no pude. Su polla impactó con
dureza sobre mi coño que a estas alturas goteaba – Sí… parece que así te gusta…
chica traviesa.
Me revolví bajo su toque porque necesitaba más de todo, lo
que me estaba entregando era exquisito pero de alguna forma había algo que me hacía
falta y supe que era cuando llevó su mano hacia mi clítoris y lo pellizcó… sí,
ahora sí que sabía lo que era el placer absoluto.
- ¡EDWARD!
- Eso, Bella… grita mi nombre, di lo mucho que te gusta esto.
- Me gusta… mucho… estas… tan adentro y tan… Oh, Edward –
ahora sus manos estaban tirando de mis pezones, este hombre era un dios, sabía
exactamente dónde tocarme
- Déjalo, ir Bella… córrete y déjame sentir como tus paredes
me aprietan… hazme correr duro.
Me volvió a voltear, esta vez me recostó y se tiró sobre mí
sin dejar de penetrarme. Estábamos mirando fijamente sin pestañear.
Cuando ya mi cuerpo estaba agotado y a punto de soltar mi
segundo orgasmo encontré apoyo en su pecho en donde me quedé. A penas y tenía
vellos en el pecho pero los sentí bajo mis dedos y no dudé en jugar con ellos.
- Eso…
No pude terminar porque de una sola embestida sentí como
Edward llegaba a su orgasmo, la sola idea de saberlo me hizo apretar mis
paredes consiguiéndome así un tercer orgasmo en la noche. Ya no podía siquiera
juguetear con los vellos de su pecho, mi cuerpo cayó rendido sobre el suyo y
eso fue todo… ahí me quedé.
- Sí… eso…
Pasaron unos segundos en los que pude recuperar algo de mis
fuerzas y pararme, era incómodo estar sobre su pecho. Cuando se tiene sexo con
un extraño no hay arrumacos posteriores, ¿no?
- Gracias – ya estaba de pie recogiendo toda mi ropa con
gran prisa –, de verdad que fue fabuloso y yo…
- No – solo con el bóxer puesto se me acercó y tomó mi
rostro –, gracias a ti Bella, porque no sabes lo mucho que hiciste por mí esta
noche – sus manos masajearon mis mejillas antes de dejar un beso en mis labios
– y de verdad que te lo agradezco.
- De nada… gracias a ti también… esto… - apunté el lugar pero no supe que decir.
- Supongo que fue una locura de año nuevo.
Asentí estando de acuerdo – Yo creo lo mismo.
- Bien, entonces ahora puedo decirte que por este lado hay
otra puerta – apuntó hacia una puerta que estaba al lado de la venta y que no había
visto.
- Gracias.
No sé por qué agradecía ahora pero lo hice. Tomé el chaleco
de mi uniforme y me dispuse a salí del cuarto, eso sí, antes me giré para darle
una mirada a Edward. Cuando lo vi la primera vez se veía bastante afligido y
quizás hasta amargado, ahora en cambio sonreía y el color si le llegaba hasta
los ojos. Me despedí con la mano y salí de ahí.
Supongo que es verdad lo que dice Anna: un poco de sexo sin
sentido si hace bien.
____________________
Besos, Joha!!!
OMG me sorprendiste una vez mas....Gracias nena...
ResponderEliminarHola Joha me gustó mucho este primer capítulo, esta Bella si que es lanzada jjajaa yo también quiero un año nuevo así con Edward, me gusta que estés publicando nuevas historias.....Gracias reina besos
ResponderEliminarjoha como siempre espectacular la historia recien comienza y ya esta que atrapa felicidades actualiza pronto si podes besos
ResponderEliminarjoha como siempre espectacular la historia recien comienza y ya esta que atrapa felicidades actualiza pronto si podes besos
ResponderEliminarMadre mía, teniendo a semejante monumento a mi también se me olvidaría de recoger las botellas! jajaja
ResponderEliminarPor aquí me quedo ^^
ohhhhh , para ser cinsera nunca habia leido esta hisotoria, obvio pasa a forma parte de mis pendientes!!
ResponderEliminarmeencanto ya quiero leer massssss, saludos
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